Texto firmado por Azucena Díaz
«Quiero aprovechar la oportunidad que me brinda este periódico, para que mis palabras se hagan extensivas, a cuanta más gente mejor. Tengo 85 años, y me ingresaron el pasado 6 de febrero, bastante malita, tanto que apenas sabía donde estaba, cuando recuperé algo de consciencia, me asusté mucho, porque acudió a mi ese tópico erróneo de que a este hospital te traen a bien morir, nada más lejano de la verdadera realidad, fui ingresada en la segunda planta, en la unidad de larga estancia, y ya desde el primer contacto con el personal sanitario, me di cuenta estaba en manos de personas maravillosas, sentí que mi vida para ellos era importante, porque no solo me medicaron para que sanase, su respeto, cariño, ternura, sus palabras de ánimo eran constantes, alentándome a luchar para salir de esta triunfante. No tenía palabras para agradecerles tanto cariño, su respuesta era de una humanidad total, «cumplimos con nuestro trabajo», me sonreían. Ninguno de ellos se daba cuenta que lo que para ellos era cumplir con su trabajo, para mí era que desprendían calor humano a raudales, y me hicieron sentir que yo era importante. Por ello, agradezco de todo corazón el trato recibido en este hospital. al primer equipo sanitario que me recibió en urgencias, al equipo de planta segunda, desde la doctora que me hizo el seguimiento, pasando por enfermeras y enfermeros, auxiliares, celadores y celadoras, personal del departamento de rehabilitación y personal de limpieza, a todos muchas, muchas GRACIAS. ¡Sois MARAVILLOSOS Y MARAVILLOSAS!»