Serafín Serrano, Experto de Ciberdelincuencia
La historia de la violencia de género es extensa y compleja, marcada por una larga lucha por los derechos de las mujeres desde prácticamente el origen de los tiempos. Las primeras sociedades se caracterizaban por el establecimiento de estructuras patriarcales, donde los hombres tenían un poder dominante sobre las mujeres, que eran consideradas propiedad de sus padres, antes del matrimonio, y de sus esposos después del mismo. La violencia contra ellas estaba socializada y normalizada. Las mujeres podían ser reprendidas por sus maridos “en la intimidad” de sus hogares, no tenían derecho a sufragio y, para poder viajar, precisaban de autorización expresa de su “hombre”. Tras el surgimiento de los primeros movimientos feministas se empezó a reconocer este verdadero sinsentido social y legal.
La violencia de género ha ido evolucionando y adaptándose a las formas en las que la sociedad se comunica. Con la aparición de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, más conocidas como TIC, tras el uso generalizado de internet, la violencia contra las mujeres adquiere otro tipo de manifestación: la Violencia de Género Digital, un concepto no siempre conocido. Cuando existe violencia psicológica sobre la mujer por quien mantiene o ha mantenido una relación sentimental materializada en amenazas, humillaciones, insultos, aislamiento o limitaciones de su ámbito de libertad mediante el uso las TIC, hablamos de Violencia de Género Digital. Un fenómeno que, desgraciadamente, está en auge.
Afrontar esta lucha no es fácil. Existe una alarmante escasez de cifras fruto del desconocimiento y el miedo. Tanto el Instituto Europeo de Igualdad de Género, la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género o el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, entre otros muchos organismos, reconocen esa limitación de datos que ocultan el número real de víctimas. Ello evidencia que los números publicados crecerían de manera significativa si aquéllas tuvieran consciencia real de tales agresiones. Por tanto se hace necesario visibilizar esta realidad, aunque este artículo sólo refleje una ínfima parte de la verdadera extensión de la misma.
La Violencia de Género Digital tiene una especial incidencia entre los adolescentes y las rupturas amorosas conflictivas. En este ámbito el ciberacoso es el tipo más habitual, con casi la mitad de los casos conocidos. La facilidad para crear perfiles falsos en redes sociales fomentan que los mismos sean utilizados como plataformas desde las que que difamar o amenazar a la víctima. Destaca de manera alarmante la “pornovenganza”, actividad consistente en la difusión no consensuada de imágenes sexualmente explícitas obtenidas durante una relación. Práctica tan arriesgada como extendida que puede acarrear trágicas consecuencias.
Si consideras que tú o alguien próximo puede ser víctima de violencia digital no dudes en pedir ayuda. Infórmate y recuerda que es necesario conocer para afrontar y entender para decidir. Y sobre todo no olvides que hay momentos en los que se hace necesario hacerse respetar… para ser considerada.