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San Vicente del Raspeig

PERSIGUIENDO LOS SUEÑOS, Y BUSCANDO LOS QUE TENEMOS A NUESTRO LADO Y COMPARTIENDO NUESTRA VIDA

Pascual Andrés Tévar

En esta vida azarosa y convulsa que llevamos, no somos capaces de darnos cuenta, y ser
plenamente conscientes, que los sueños, por mucho que los disfracemos, y confundamos, son
metas casi imposibles, en las sensaciones que la mente desbordada nos hace imaginar.
En consecuencia, hoy nos toca centrarnos, en esos sueños, que si de verdad, somos capaces de
concienciarnos, los tenemos a nuestro lado, en muchos momentos de nuestra vida, rodeada de
todas las circunstancias.
Es un sueño realizado, levantarse cada mañana, desde bien temprano, y saludar con una mirada
a la compañera de la vida, y esperar convencido compartir momentos de ese día, que deja la
ventana de las ilusiones, y a las pasiones, abiertas de par en par, aunque luego no sabemos
cuántos momentos concretos vamos a ser capaces de compartir en esa dimensión imaginaria.
En necesario en consecuencia, valorar, de verdad, cuales son los sueños a descubrir y compartir,
pero tal vez, es más importante percatarnos, que los sueños, hay que ser capaces de percibirlos
más allá del sentido común. Es decir, en muchas ocasiones, en nuestra rutinaria vida diaria, con
toda la monotonía a cuestas, a veces, ocurren hechos, que son sueños, digamos instantáneos,
casi imperceptibles, que nos trasladan a sentirnos en otra dimensión.
Desde nuestra cuna, parece, que es filosofía de vivir, que nos inculcan, de muchas formas y
maneras, que tenemos que luchar por nuestros sueños, como un estímulo sin descifrar, para
que tengamos algún motivo, para seguir persiguiendo metas imposibles. Y para no perder del
todo, la alegría de vivir, por dura y complicadas, que sean las circunstancias, y los desafíos que
nos amenazan por todos lados.
Es vital, entonces, que sin perder las ilusiones de los sueños de los triunfadores, sepamos buscar
y aceptar, que hay sueños, más humildes, que tenemos que aprender a valorar, y que en
determinados momentos, están en nuestra vida diaria, sin apenas darnos cuenta. Un viaje
inesperado, un problema familiar resuelto, un problema de trabajo solucionado, una
conversación a tiempo con un amigo. Todo ello, cuando tiene una vertiente positiva, que somos
capaces de descubrir, cuando te hace ver la vida de otra manera, aunque sea en momentos
determinados y concretos, si sabes, meditarlo, y valorarlo como se merece, te hace sentir la
sensación de estar viviendo y participando en sueños realizados.
Tal vez, nunca somos capaces de pararnos a pensar, y reflexionar, que los sueños imposibles,
son los que no se luchan por ellos, como cuando en el trabajo rutinario de cada día, te sorprende
un desafío, que parece que tienes que reinventarte, para en equipo, buscar soluciones, que de
alguna manera se convierten en sueño realizado. Y al mismo tiempo, hace saltar en pedazos
todas las monótonas rutinas, y que te invada una sensación de espíritu invencible, aunque solo
sea pequeños e increíbles instantes, que cuando te das cuenta han desaparecido como por arte
de magia, pero te han dejado una sensación para las que no tienes palabras para definirla.
Así que, aceptando, que siempre tenemos o deseamos sueños imposibles, también es necesario
y vital, que nos sintamos realizados, aunque sea en momentos únicos, cuando tenemos las
buenas vibraciones, que hemos conseguido realizar un sueño, con hechos puntuales, en la vida
de familia, en la vida con los amigos, en la vida del trabajo, en la vida de las pasiones, en la vida
de los paseos, en la vida de las visitas a los restaurantes y cafeterías y bares amigos, compartido
o en solitario.
Es pues vital, aprender a descubrir, que a veces cumplimos sueños, que ni siquiera sabemos
reconocer, pero que están vivos y presentes en nuestro transcurrir de cada día. Es un sueño,
levantarte cada día, y saber que vas caminando, como en mi caso, al trabajo, y ver las primeras
luces en los establecimientos tempraneros de hostelería, del mercado de abastos, de los
ciudadanos y ciudadanas caminos de su trabajo, o de sus paseos tempraneros. Ver el tráfico con
sus idas y venidas, caminos de sus destinos. Ver el día como va naciendo con el sol que se abre
paso, y nos descubre las nuevas sensaciones de un nuevo amanecer. Recibir el mensaje al móvil,
no por menos rutinario, sorprendente y lleno de vivencias, que me transmite mi hija, desde bien
temprano. Y todo ello, te insufla emoción y motivación para empezar el nuevo día. Y en
consecuencia, te da unas dosis de emociones, que te ayudan, a reencontrarte, y empezar el día,
con un sueño realizado, con un sueño cumplido, y convencido, que merece la ilusión, de volver
a buscarlo, mañana.
En este artículo, no voy a entrar en los sueños de esos amigos, que conozco bien, o que
constituyen un ejemplo a seguir, que tienen el honor y el privilegio, de luchar, eso sí, con los pies
en el suelo, el equilibrio en la mente, y la humildad por bandera, que pueden alcanzar sueños
de los que quedan en la memoria colectiva. Son, esas gestas y logros, que sirven para dejar
huella, que hacen historia; o al menos por haberlo intentando con todas sus convicciones, lucha
y sacrificios a cuestas. Pero esa es otra historia, de la que hablaremos otro día.
Así que, tenemos que ser capaces de buscar los sueños , en los pequeños detalles , en los
pequeños momentos de cada día, porque van a ser, los que nos alimentan por dentro, para
seguir saboreando la vida, bajo la increíble luz mediterránea.

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