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San Vicente del Raspeig

HABLEMOS SIN MIEDOS DE LA ENFERMEDAD MENTAL

Pascual Andrés Tévar

Esta semana otoñal del 20-10-2023 mi hija me proponía escribir un artículo sobre la
ENFERMEDAD MENTAL, y más aprovechando que hace unos días se celebrada el DIA DE LA
ENFERMEDAD MENTAL a nivel mundial. Y el reto , me obliga a escribir, aun sabiendo que en un
artículo sólo puedo expresar sentimientos y vibraciones personales, que espero , de alguna
manera, ayuden como una pequeña gota, a entender esta enfermedad, diría más esta forma de
entender la vida.

Desde hace más de 32 años, que conozco esta enfermedad, a través de mi hija, que la padece
desde apenas los 12 años. Y claro está, este hecho cambia la vida de mi familia, y la mía. Y nos
obliga a cambiar nuestra forma de vivir y de relacionarnos. Claro está, es imposible describir
todo lo que significa, pero lo que quiero trasladar, como nos dijo el Doctor Chinchilla, en el
Hospital Ramón y Cajal de Madrid, cuando se diagnostica por primera vez, “ustedes tienen
primero que aceptar que su hija tiene una enfermedad mental para toda la vida, y segundo, que
tienen que aprender a convivir con la misma”.

Desde que conocemos la situación de la enfermedad de nuestra hija, iniciamos un periplo, desde
el hospital Psiquiátrico de Santa Faz, pasando por las consultas de la Unidad de Psiquiatría de
San Vicente, del Hospital Virgen de la Arriada de Murcia, del Centro Doctor Esquerdo de Alicante,
de la Psiquiatra Doctora Maria Angustias Oliveras, de la asociación de padres de enfermos
mentales AFEMA, donde todos y todas han aportado decisivamente , en las etapas complicadas,
difíciles, y sin encontrar palabras, de la adolescencia, la juventud y el inicio de la madurez de
nuestra hija. Y donde el apoyo, de cada uno de los pasos de este complejo, duro, e inexplicable
camino nos ha ayudado, a tratar de entender la enfermedad, a tener paciencia o tratar de
encontrarla, y aprender cada día, para tener más posibilidades de ayudarle a ella, y a nosotros
mismos. Aunque sea en pequeños detalles, pero que son esenciales, para que la vida y la
convivencia superen el límite de lo soportable, que puedo asegurar me cuesta muchas
encontrarlo, y se controlen los sufrimientos, y los demonios sueltos, como ella nos transmite.
Es necesario, entender, que tener que convivir con una hija, es decir con un familiar, que tiene
esta enfermedad, no puede catalogarse como un castigo, como una maldición. Al contrario, al
menos, así lo entiendo, es una oportunidad que te da el destino, para sacar, en medio de un mar
de sensaciones inciertas e incomprensibles con el razonamiento normal, la capacidad de
superación, que te hace levantarte una y otra vez, hasta límites que no eras capaz de imaginar.
En definitiva, te hace razonar, debatir y luchar por dentro y por fuera, para intentar, estar a la
altura del reto. Y al mismo tiempo, te hacer ser más solidario. Y todo, lejos de sentirte
protagonista, ni mejor padre, sino, que en la mayoría de la veces, no sé cómo, has sacado fuerzas
y motivación, que han merecido el sacrificio, para tratar de estar a la altura.

En esta última etapa, concretamente, desde 2016, hemos tenido la suerte, de encontrar un PISO
TUTELADO, en el Barrio Benacantil de Alicante, gracias a la intervención de la ASOCIACION
ADIEM, que ha sido, un avance sin precedentes. Esta asociación con un gran equipo de
profesionales, y con una filosofía de trabajo, que transmite, generosidad, dedicación, y
paciencia, y esfuerzo de comprensión, y que a través de un buen equipo, como monitores,
psicólogos, hacen un buen trabajo, para la integración de los enfermos y enfermas mentales. Y
con un magnífico centro en la calle Hércules de Alicante, han abierto de par en par, un nuevo
mundo a nuestra hija, que ahora en su etapa de desde más allá de los 37 años, se sienta
integrada, en una convivencia con compañeros y compañeras, y convencidas de las tareas
diarias, por muchas dudas y debates que se le plantean cada jornada, como parte indispensable,
de su vida e integración. Con el debate diario de lo que cuesta mucho, aceptarlas primero, y
cumplirlas después.

Quiero dedicar unas palabras, a su Psiquiatra el Doctor Juan Carlos, que desde lo descubrió, hace
muchos años, ha encontrado un AMIGO, que desde el primer día, supo tratarla, encontrar el
dificilísimo equilibrio de la medicación, que como ella me dice, si tú tomaras tantas pastillas
diarias, no sé cómo estarías. Y siempre, está dispuesto a escucharla, y darle serenos consejos, a
los que sabe responder, o al menos lo intenta, porque los respeta.

En consecuencia, aceptando, que es imposible definir en términos sencillos , mi relación con mi
hija, porque se podrían escribir libros de sus comunicaciones diarias con el móvil o con el
WhatsApp , soy consciente, y acepto, cueste lo que cueste, que , si tengo que estar a la altura,
tengo que saber aceptar cada situación, por compleja que sea. A veces, les transmito a mis
amigos, en los que siento apoyo sin fisuras, que me estoy, sin pretensiones, convirtiendo en un
humilde psiquiatra, con un solo cliente, sin tiempo, ni límites, ni desafíos, ni de retos, ni de
lógicas establecidas, ni por supuesto de minutas. Pero, con satisfacciones, que me hacen
sentirme, aunque en pequeños momentos, orgulloso, del trabajo bien hecho. Y eso, les aseguro,
que compensa, pero eso sí, sin dormite en los laureles. Porque el reto, se abre, de par en par,
cada amanecer, quieras o no quieras. Es decir, eres tú, el que tienes que esforzarte en estar a la
altura de los acontecimientos, porque si no cometerás el error, que dominas la situación. Y
nunca más lejos de la realidad pura y dura, porque no solo no dominas nada, sino que tienes
que esforzarte, en entender lo que pasa, y buscar, donde sea , soluciones para seguir adelante,
y sobre todo, para llegar a tiempo de que la ayuda , tenga sentido. Esa será, sin duda, la mejor
recompensa. Si ella se siente integrada, yo me siento integrado, si ella se siente feliz, yo me
siento feliz.

Así que, desde la humildad, de que no me siento mejor que nadie, que la vida, te dé la
oportunidad de tener que compartirla con una hija, con enfermedad mental, es un honor que
te da el destino, para ser capaz, de aceptarlo primero, de enfrentarte a él con moral, y de estar
a la altura de su desafío en cada momento, y cueste lo que cueste. A veces, una sonrisa, un
mensaje en WhatsApp, un emoticono, un video, un chiste, un dibujo, son el mejor premio. La
mejor recompensa, para compensarte que merece, y tiene sentido la vida, y sus infinitas
emociones, y sufrimientos, y retos. Y que me hace sentirme orgulloso, y privilegiado de mi hija,
y de poder descubrirla, cada amanecer, con ilusión renovada, bajo la increíble luz mediterránea

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