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San Vicente del Raspeig

LAS ANDANZAS DE LOS MIEDOS Y EL FUTURO

Pascual Andrés Tévar

En esta vida azarosa y combativa, siempre vamos acompañados de los miedos existenciales, y
que tal vez, a mi edad de más allá de los 73, se acentúan de una forma especial, y que se
entroncan como con la época que estamos, en un otoño vivencial, del que tal vez, con la
serenidad combativa, como una especie de andanza por los lugares del pensamiento
insondables, y, que, sea bueno reflexionar de vez en cuando.
Las andanzas de los miedos, se empiezan a descubrir con tu pareja, con el amor de tu vida, con
la compañera de la vida, que necesitas, como el respirar, mirarle a los ojos cada amanecer,
aunque solo sea eso , lo que de verdad hagas con toda la concentración de vivir cada día como
si fuera el último. Y teniendo meridianamente claro, que sea siempre lo último que vez, antes
de caminar hacia el infinito.
Las andanzas de los miedos, se viven, intensamente con los hijos, a los que tratas de transmitir
tu forma de ver la vida, en forma de consejos, en forma de discusiones, en forma de apoyo sin
límites. Y dejar, mejor dicho, dado que nos cuesta a veces demasiado, que ellos te transmitan
su forma de ver la vida, y de luchar por sus propios futuros. Porque, muchas veces, de tanto
querer proteger, los desprotegemos de su forma de ganar su futuro. Y ahí, es donde se instalan
los miedos, que tenemos que luchar, y que sufrir, hasta los límites que no están escritos, para
enseñarles, más que con el ejemplo de las obras de cada día, que con las palabras biensonantes.
Las andanzas de los miedos, se incrustan, y de qué manera, en nuestra forma de vivir y de
pensar, en las vivencias del trabajo. Y de que si tratas, de una pasión convulsa, que llevo desde
hace más de 48 años, de una u otra forma, entonces se convierte, en una forma de entender de
la vida. Y si a eso, le une, el compartirla con el amigo del alma, entones, se convierte en una
pasión existencial. Y el solo pensar, en tener que dejarlo, me ensombrece el ánimo, me
obscurece las ideas, y me invade una especie de debate existencial, del que me va a costar un
mundo salir. Y que me está obligando, a tener que renacer, y de inventarme, otra forma, que
aún no sé cómo, pero que me está seriamente amenazando, cada amanecer.
Las andanzas de los miedos, se instalan, en mi forma de ver la pasión por mi equipo del alma, y
por el sentimiento del madridismo, que vivo, debato intensamente, y siento a mi personal
manera. Y de saber compartirlo, con mis amigos y colegas. Y lo que más miedo me sacude, es
no poder estar a la altura, de continuar como presidente de la Peña , y saber representarla, y
transmitir las pasiones y los valores, a mi personal manera, como vengo haciendo desde hace
más de 35 años, primero como socio, luego como secretario, y desde 2001 como presidente. Tal
vez, porque nunca voy a estar preparado para dejarlo, así que lo dejo como una aventura
indescifrable para vivir y descubrir, en todas sus dimensiones.
Las andanzas de los miedos, se meten, en mi forma, de vivir los buenos ratos, en las caferías y
restaurantes amigos, que me hacen sentirme ciudadano del mundo, abierto a todas las
conversaciones y debates, y a ser capaz de ver la vida, con la filosofía, que me enseñaron mis
padres de vive y dejar vivir, de tratar de ser una buena persona, de ser puntual en el trabajo, y
de pensar positivamente en los demás. En intentar ser solidario, y como me decía un sargento
en la mili, trata siempre, de pasar desapercibido, y te irá bien, y no te complicarás la vida. Porque
la vida, ya te dará. Y te sacudirá con sus propias complicaciones, a las que tendrás que responder
sin poder esconderte. Esa será otra historia, que inexorablemente te tocará vivir.
Las andanzas de los miedos, me van haciendo, paso a paso, pensar, y sentir, que tengo que
aprender en asimilar, que lo físico, va paulatinamente disminuyendo, sin marcha atrás, con el

paso de los años. Y que tendré, porque nunca se está preparado, en aceptar, que el cuerpo, cada
vez va a responder peor a mis pensamientos y deseos. Y que, lo mejor, es aceptar, que es
necesario descubrir, otra forma de vivir compartiendo las “incapacidades “físicas y mentales,
como otros compañeros de viajes. A lo mejor, también tiene sus gustillos emocionales, que no
se saben, hasta que se instalan, sin marcha atrás, en tu forma de pensar, de sentir, de compartir,
en definitiva, con tu forma de vivir. Y lo cuando llegue el final, no te pille por sorpresa, porque
de alguna forma, te has entrenado sin saberlo, y hasta, a tu manera, eres capaz de aceptarlo,
aunque no se lo digas a nadie, ni a ti mismo.
Así que, caminando solo o acompañado, voy viviendo y existiendo con los miedos, como
compañeros de viaje. Y me estoy acostumbrando, y hasta pienso, que son buenos compañeros
de viaje. Y que hacen un buen trabajo, para no dejarme acomodarme en el pasotismo, ni
dejarme invadir por las ansiedades, y otros demonios. Y, por mucho que cueste, por muchas
dudas, por muchos sufrimientos, ser capaz, aunque sea un instante, y levantar la mirada, sobre
todo en los amaneceres, y sentirte el rey mundo, invadido, por nuestra increíble luz
mediterránea.

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