Somos L'Alacantí

El nuevo periódico de la comarca

COMERCIO DE SAN VICENTE

San Vicente del Raspeig

BUENAS NOTICIAS

Por Alex Solar

Suena el timbre de mi apartamento, son las once de la mañana, hora del baño para este jubilado. Me envuelvo en una bata, cierro el grifo y salgo a atender. Pero no son los del contador del agua, siempre tan oportunos ,  ni un vendedor de productos congelados o bidones de agua a domicilio. Son un par de desconocidos que a mi pregunta por su identidad responden con un sorprendente “traemos buenas noticias”. Recelando ante tan optimista o inmotivado mensaje le repregunto por si acaso son los misioneros de una conocida secta religiosa y la respuesta es afirmativa. Les invito a irse por donde han venido, cosa que hacen.

Me he quedado un buen rato preguntándome el porqué de esa actitud, la de ellos por cierto. La mía es el resultado de haber sido amable e incluso hospitalario en anteriores ocasiones, en que les invité a pasar y a tomar algo. Pero el resultado obtenido fue que insistieran una y otra vez, aunque conocían mi nulo interés por su doctrina.

En mi país de nacimiento, Chile, las sectas protestantes o evangélicas proliferan desde hace más de dos siglos. Llegaron de la mano del predicador,  valenciano por cierto,  Juan Canut de Bon, que huyó a Sudamérica a consecuencia de las guerras carlistas que enfrentaron a laicos y religiosos.Juan Canut, había sido jesuita en España pero colgó los hábitos porque no tenía libertad para estudiar y además se unió a una mujer chilena. A los adeptos de Canut  las gentes del pueblo los llamaron “canutos”. Algunos de estos fieles ocupaban las esquinas de las ciudades y los barrios más apartados para altavoz en mano proclamar la llegada de un salvador. Pero antes entonaban himnos que decían que eran “viles e indignos” antes de su conversión. A veces alguno de ellos confesaba en público sus muchos pecados, fornicación pero por sobre todo alcoholismo.

Es sabido que las iglesias protestantes de Sudamérica se inclinan por los gobiernos y partidos de ultraderecha y que mantienen una férrea resistencia al aborto y al matrimonio homosexual. No son gentes de mi simpatía por eso, pero lo son mucho menos las sectas cristianas que , según vamos sabiendo, controlan abusivamente la vida de sus fieles.

No tengo nada en contra de que los portadores de buenas noticias ocupen las calles, pues son de todos, faltaría más. Y si desean entregarme un panfleto puedo rechazarlo con amabilidad, como lo haría con un portador de publicidad. Pero que irrumpan en mi privacidad y mis perezosas rutinas diarias no.

Por eso la próxima vez que alguien me traiga noticias que no sean el final de la guerra de Ucrania o de la de Gaza, el fin de las hostilidades entre nuestros políticos, el fin de la inflación, la bajada de  las hipotecas o los alquileres, el triunfo de un tema musical bueno en Benidorm Fest, la mejora del transporte público en San Vicente, o del aseo en sus calles, seré mucho menos indulgente y voy a enviarlos a donde Fernando Fernán Gómez mandó a un importuno.

DEJA UNA RESPUESTA

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *