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El Campello FIESTAS

Comienza la trilogía festera de El Campello con un espectacular desembarco de tropas moras que ha congregado al amanecer a miles de espectadores

Temprano madrugó la madrugada hoy en El Campello. Es 12 de octubre, una fecha que muchos en el pueblo tienen grabada a fuego en su memoria, pues toca madrugar, hacer frente al relente de la noche y amanecida, ser puntual y algo avispado para garantizarse un buen espacio, ofrecer o disfrutar de un espectáculo que recrea todos los sentidos y, para algunos, zambullirse en las aguas del Mediterráneo.

Es 12 de octubre, día del desembarco, un acto en el que adquiere pleno sentido el trabajo de todo un año de mucha, muchísima gente, sabedora de que la representación, exhibición, estampa o ceremonia será visionada por una legión de espectadores, de allá o de acullá, de forma presencial, siguiendo la retransmisión en directo por redes sociales o, más tarde, en diferido por los más diversos canales audiovisuales y medios informativos.

Escenificar la conquista de la plaza por las tropas sarracenas tras intensa batalla contra los cristianos defensores, con profusión de arcabucería y armamento de la época como cimitarras, hachas, dagas, lanzas o puñales y participación de caballos y jinetes, requiere de una coordinación perfecta de efectivos humanos y medios materiales inmensa. Llamaradas, hachones, hombres antorcha, estandartes y jaimas integraban un decorado fotografiado desde todos los ángulos cada segundo que pasaba.

Puro espectáculo, pura elegía, pura historia y pura representación teatral, pues en eso consiste el acto que convierte aguas y arena de Carrer la Mar en un inmenso plató que embelesa, que dilata las pupilas, que ensordece los oídos, que embriaga la pituitaria y que sumerge al espectador en una suerte de máquina del tiempo que lo traslada a una atmósfera de medievo en la que la vida discurría entre cruentas batallas por conquistar nuevas tierras y ampliar reinos.

Hoy empezaba la trilogía festera de los Moros y Cristianos de El Campello. Puntual, y al alba, el desembarco ha atraído a miles de personas llegadas de toda la provincia. Quien ha tenido suerte han seguido el espectáculo apostado en los muretes del paseo marítimo, mientras otros muchos lo hacían con mirada fija en las pantallas gigantes, lo que permite disfrutar plenamente sentado en algunas de las terrazas de los locales de hostelería. Todos llenos.

Es, quizás, el acto más esperado de las fiestas, y con seguridad el de mayor proyección, que junto a las peculiares embajadas y las entradas dan forma y contenido a cinco días intensos de fiestas de los Moros y Cristianos, con un desembarco declarado de interés turístico provincial, y para el que todos (Ayuntamiento, Junta Festera, fotógrafos, camarógrafos, escribientes, cronistas y la gran familia festera) trabajan al objeto de conseguir dar el salto a la catalogación de “interés autonómico” junto con las embajadas, desde sus inicios declamadas en valenciano, y cada año por “ambaixadors” diferentes que dedican semanas en memorizarlas, lo que les otorga una particularidad que las distingue.

ATRACTIVO

A las 05:30 de la madrugada apenas quedaban ya huecos para seguir el acto. La gente, conocedora de lo interesante que resulta disfrutar del desembarco, toma posiciones desde bien temprano, aunque arranca oficialmente a las 7:00 horas, con los primeros disparos de arcabucería, para finalizar a las 9:30.

          Entre medias, una batalla en la que han participado decenas de “tiradores” que, a golpe de arcabuces, se han encargado de despertar a la población. Pólvora, estruendo, luchas, fuego, música y narración histórica se han sucedido cumpliendo con una tradición que cada año atrae a más público. La organización, que corre por cuenta de la Junta Festera de Moros y Cristianos, no sabe con certeza de cuánta gente se habla. Miles de personas, en cualquier caso.

          Antes del amanecer, el campamento cristiano levantado en la playa hervía de actividad. De lejos se avistaban ya las 14 embarcaciones que, cargadas de tropas moras, amenazaban con invadir el municipio, como así ha ocurrido con seguimiento escrupuloso de la historia. A bordo de ellas, festeros y festeras dispuestos a lanzarse al agua y tomar la orilla, disputar la batalla y consumar la conquista, certificada con la llegada de los cargos del bando moro: capitán, capitana, embajador y banderera, ante los que se rinden idénticas representaciones del bando cristiano, una vez vencido.

          Es 12 de octubre, y por delante quedan cuatro intensos días de festejos, convivencia, otros “desembarcos” (de familiares, amigos, autoridades y visitantes), desfiles y vivencias. Son fiestas de Moros y Cristianos en El Campello.

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