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COMERCIO DE SAN VICENTE

San Vicente del Raspeig

Pablo

José Enrique Bernabeu Pérez (Artículo de opinión)

Imagen de archivo de Pablo Iglesias (Flickr)

Sin duda,  la figura del Sr. Iglesias, Pablo, llorando en el Congreso de los Diputados el día en que el insomne Sr. Sánchez era proclamado Presidente, se ha de reconocer como enternecedora. El   aficionado a los números circenses en el Congreso, el fogoso líder de los amantes del “escrache”, el azote de bancos, eléctricas  y de la por él definida casta, lloraba. Por fin había asaltado los cielos, pensaba. Por fin la moqueta a mis pies, se decía. Y lloraba. Mas las lágrimas derramadas en nada cambian la imagen que de él tienen muchos ciudadanos de este País llamado España.

Una imagen de persona vengativa, totalitaria y reaccionaria que su empleo de vicepresidente no ha de borrar. Por mucho que imposte su voz cual comulgante niño. Por mucho lenguaje inclusivo y feminismo de mercadillo que emplee.  

El hoy Vicepresidente del Gobierno de España Sr. Iglesias, Pablo, es el mismo que no hace mucho ponderaba su pisito de Vallecas para acabar con su actual pareja la Sra. Montero en el  casoplón de Galapagar. Aduciendo tiernamente el derecho vital de sus hijos a un mejor hogar. La casta ya no parecía tan deleznable.

Es el mismo Sr. Iglesias que no hace mucho se emocionaba al ver un policía en el suelo apaleado por la multitud y que luego reclamaba protección para su mansión. Protección que impedía fuera desarrollada en condiciones dignas por las fuerzas encargadas de ella, al tiempo que les obligaba a realizar labores impropias de su función.

El mismo que ponía como ejemplo el régimen chavista de Venezuela donde, según su segundo de entonces Sr. Errejón, se comía tres veces al día. El mismo que Manifestaba que el único mérito de la Sra, Botella para estar en política era ser la mujer del Sr. Aznar, para después aupar a su pareja, la Sra. Montero, a número dos del partido, diputada y ministra, sin que a ésta le avale, por cierto, un brillante curriculum. Es el mismo que abominaba del Sr. Tezanos por sus encuestas al frente del CIS y  recusaba a la Sra. Delgado por su connivencia con las cloacas del Estado. El mismo  que ahora, cínicamente, guarda silencio ante la permanencia de aquel y el nombramiento de esta última como fiscal general del Estado.

Es el mismo que se hermanaba con Bildu en el País Vasco y reclamaba el acercamiento de los presos etarras, al tiempo que con su socio de Gobierno votaba recientemente en el Parlamento Europeo en contra del esclarecimiento de los crimenes etarras aún por resolver. El mismo que visitaba a los sediciosos catalanes en la cárcel, hablaba con ellos de presupuestos, aplaudía un referéndum en Cataluña y rogaba el voto independentista para el Sr. Sánchez al comprender que la victoria de éste, supondría el inicio de su camino a la  “gloria”.

Gloria que puede quedar arruinada  de esclarecerse los turbios asuntos de la embajada de Méjico en Bolivia, así como el del aeropuerto de Barajas y el no recibimiento del ahora llamado jefe de la oposición Sr. Guaidó. Asuntos burdamente tratados y peor explicados y justificados. Asuntos éstos detrás de los cuales son muchos los que piensan está la mano del Sr. Iglesias en su intento de ocultar lo ya sabido, su vinculación con el tiránico narcorégimen instaurado en Venezuela. Asuntos por otra parte, tremendamente nocivos para la imagen internacional de España y su gobierno .

Ahora lleva chaqueta, posa ufano para los fotógrafos cual oscarizada “Star”, aplaude al Rey al que quiere derrocar y adopta un tono jesuítico en sus manifestaciones

Hoy, el  Sr. Iglesias, Pablo, ya es vicepresidente. Ahora lleva chaqueta, posa ufano para los fotógrafos cual oscarizada “Star”, aplaude al Rey al que quiere derrocar y adopta un tono jesuítico en sus manifestaciones. Ahora toca cambiar las lagrimas por sonrisas. Sonrisas, eso sí, que no permitan la visión del afilado colmillo. Colmillo que saca a relucir cuando ataca a jueces, amenaza con el cierre de los medios privados, pide tomar la calle para aislar a la “ultraderecha” contra la que arremete cuando es cuestionado por su inacción en el caso de las menores de Baleares, y cuando exhorta a los agricultores para que sigan “apretando” y ocupando carreteras. Olvidando, torticeramente,  que ahora él es parte de ese gobierno al que se le ha de exigir soluciones.

Hay quien piensa que el hoy Vicepresidente Sr. Iglesias,Pablo, es ya un miembro más de esa casta a la que tanto ataca  y de la que de forma interesada y conveniente goza. Mas resulta difícil creer que la cabra, con perdón, no siga tirando al monte .

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