Pandemia y gobierno
José Enrique Bernabeu Pérez nos envía un nuevo artículo de opinión:
Dicen los que saben de esto, que la crisis humanitaria que el mundo viene padeciendo, es la mayor vivida desde II guerra mundial. Una crisis que ha puesto al mundo que conocemos patas arriba, obligando a los Paises que lo conforman y a sus Gobiernos, a presentar dura batalla a fin de atajarla y erradicarla. Una crisis que con especial virulencia viene cebándose con España, por causa de la impericia e imprevisión de un Gobierno preñado de ideología y soberbia.
Un Gobierno lastrado por la incompetencia de la mayoría de sus miembros que no han dado un palo al agua. Que atiende a cuotas de poder y no de eficacia. Un Gobierno de nefasta gestión y al que no le ha importado, ante la crisis sanitaria que padecemos, acabar con el prestigio de expertos epidemiólogos para, politizándolos, manipularlos en extremo.
Un Gobierno que nos mintió cuando, utilizando como portavoz al director del Centro de Emergencias Sanitarias Dr. Simón, se nos dijo que China estaba muy lejos y que nosotros no eramos Italia. Que nos volvió a mentir cuando se nos dijo que la incidencia sería poco significativa y que de acarrear algún peligro lo sería para aquellas personas con patologías previas. Un Gobierno que hizo caso omiso a las indicaciones de la OMS que ya a finales de Enero y de forma clara, advirtió de la extensión del virus y su peligrosidad. Que no adoptó medidas al respecto porque no quería que se le viniera abajo la gran manifestación del 8 de Marzo en donde ya las participantes, muchas de ellas miembros del gobierno, llevaban guantes de protección y se advertía a las más efusivas con un “no se besa”. Mientras que, alegremente ciegas, manifestaban que “el machismo mata más que el virus”.Un Gobierno que para no alarmar y dar así cobertura a las manifestaciones feministas convocadas a lo largo y ancho del País, permitió mitines, partidos de fútbol y movimientos de personas sin control alguno. Y todo ello cuando ya los primeros muertos iniciaban la negra estadística, y en Italia se habían cerrado regiones enteras.
Un Gobierno que nos mintió al anunciarnos la inminente compra de material sanitario cuando ya en los hospitales la situación resultaba insostenible y su falta, una evidencia. Que nos mintió al vendernos la gestión de los test y su pronta llegada. Que ignorando a fabricantes, universidades y laboratorios nacionales capaces de suministrar los famosos PCR, puso en manos de oscuros intermediarios la adquisición de aquellos para acabar estafado en precio y homologación. Un Gobierno que lanzó a los cuerpos y fuerzas de seguridad a la calle sin material de protección adecuado y cuando ya, el 24 de Enero, en un comunicado interno de la dirección general de policía que viaja por las redes, se advertía de la necesidad del uso de mascarillas y guantes de protección.
Un Gobierno que superado por la crisis, se vio y se ve incapaz de dar soluciones eficaces contradiciéndose a cada instante y en sucesivas comparecencias. Comparecencias en las que no les importa escudarse tras uniformes y expertos para diluir responsabilidades. Comparecencias en aras de una imagen de claridad y transparencia y a todas luces falaz por el filtro y eliminación de preguntas molestas. Donde se cambia de criterio en el recuento de infectados y se dan cifras difíciles de creer. Donde sin mostrar empatía alguna, los fallecidos se convierten en fría estadística al tiempo que se les niega respetuoso duelo. Largas e insoportables comparecencias de Ministros y Presidente donde la propaganda y el buenismo son su centro. Donde presentan medidas que con nadie consensúan. Ni con la oposición ni con los propios sectores afectados. Sectores a los que hoy se les amenaza tras anunciarles ayudas que no llegan. A los que, engañados y ninguneados, se sume en la incertidumbre y preocupación más absoluta, abocándoles al cierre o a la quiebra.
Un Gobierno que exige unión de todas las fuerzas políticas pero con las que ni se reúne ni habla. Que pide lealtad cuando es pleitesía lo que exige. Que se lanza al insulto y a la amenaza cuando se cuestiona su proceder. Un Gobierno que, vacías las calles y cerrado el Parlamento, decreta y prorroga el estado de alarma sin control alguno, aprestándose a cuestionar todo lo que supuso la transición Constitución incluida. Constitución a la que torticeramente se acoge cuando el propio interés así lo requiere. Un Gobierno que envuelto en no pocos tics totalitarios propios de regímenes de al otro lado del Atlántico, cuestiona a la Corona y al poder judicial. Se apropia de hijos y ataca lo privado, que no lo suyo, en sanidad, enseñanza o propiedad. Para buscando “una salida antifascista al virus”, llevarnos hacía un nuevo Estado, un nuevo País de estómagos agradecidos criados en la subvención y el no esfuerzo. Un Gobierno que pretendiendo enajenar los errores cometidos y los que han de venir, prepara, con la ayuda de palmeros y medios afines, su relato para el fin de la pandemia. Relato de falta de unidad y de lealtad de la clase política para con él. Del necesario estado de alarma y sus sucesivas prorrogas por la convenientemente señalada imprudencia ciudadana. De la falta de recursos y medios por la insolidaridad Europea y la piratería de los mercados. Relato donde los recortes de la derecha fascista y la figura de Franco tendrán su lugar.
El hablar de la dificultad en la que se encontraría otro Gobierno ante tamaña crisis, es entrar en el campo de la futurología, este es el Gobierno que nos hemos dado, y con este nos encaminamos a la nueva pandemia que nos amenaza, la económica.