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Ángel Sánchez: «Coaliciones malditas»

Opinión

En nuestro municipio, para hablar de un gobierno de coalición como tal (compuesto de dos o más grupos municipales emanados de las urnas) tendríamos que esperar al año 2003. Bien es cierto que en 1995 podría haberse constituido el primer gobierno multipartido en El Campello, pero la negativa de Esquerra Unida imposibilitó el acuerdo inicial. No obstante, el PP se “benefició” de la huida de dos concejales del Grupo Socialista, lo que le valió para acabar frustrando la inminente moción de censura y terminar el mandato gobernando en minoría.

En 2003 el resultado de las elecciones señalaba a un acuerdo entre formaciones progresistas que finalmente cuajó con la investidura de la primera Alcaldesa socialista de la democracia. Pero éste gobierno tuvo una corta duración a causa de la salida de un Concejal transfuga del Bloc Nacionalista, la presentación de una moción de censura y la posterior integración del “huido” en un gobierno que, al no estar compuesto por grupos surgidos de las urnas, no podemos calificar de coalición.

En 2011 la situación se vuelve a repetir: el PP pierde la mayoría absoluta y la oposición está en disposición de sumar. Pero no es posible, y finalmente se constituye, a sólo un año de finalizar el mandato, una coalición entre PP y Decido, partido de ámbito local surgido de una escisión del PSOE.

En 2015 hacen su aparición dos nuevos partidos que condicionarán de forma desigual la formación de gobierno hasta nuestros días: Podemos y Ciudadanos. Dos partidos con un déficit de institucionalización local, que en el caso de Ciudadanos, se concreta en una especial dependencia extrema de la marca electoral a nivel Estatal.

Los estudios sobre la duración y estabilidad de los gobiernos de coalición distinguen entre cuatro condiciones para explicar su inestabilidad. La primera, las propias características del gobierno: el número de socios, la cohesión ideológica, los acuerdos programáticos o el carácter de los líderes.

En un estudio realizado por tres académicos (Strom, Müller y Bergman, Oxford 2008) concluyeron que los gobiernos que tienen mayoría, un menor número de socios y cercanía ideológica son más estables y sobreviven al mandato. Pero el estudio está realizado a nivel del gobierno de los Estados, sin tener en cuenta las evidentes diferencias y condiciones de un gobierno municipal. Por lo tanto, en mi opinión, habría que añadir algunos sub puntos o factores que creo que son clave para explicar la estabilidad o inestabilidad: a) la existencia o no de un compromiso por escrito donde se identifiquen los acuerdos generales y las competencias de cada socio así como la mecánica de gobierno, b) el papel de los o las líderes y la supeditación ( o no) de las organizaciones), c) el voto retrospectivo y la asignación de responsabilidades de cada uno de los socios así como la ambición de que la coalición sume cero: lo que gana uno de los socio lo pierde el otro (sin equilibrios).

La segunda característica es la fragmentación y la polarización, algo que en nuestra corporación es evidente y que podría propiciar acuerdos alternativos transversales entre las distintas formaciones políticas, lo que debilitaría al gobierno surgido inicialmente de la investidura. La tercera está íntimamente unida a la segunda: la posibilidad y viabilidad matemática de una moción de censura.

Y por último, un factor clave para entender la inestabilidad del actual gobierno de coalición: los acontecimientos sobrevenidos e inesperados así como sus efectos no deseados, al menos para una de las partes. En el caso que nos ocupa, estos acontecimientos se refieren a la retracción del voto de Ciudadanos, que perdió casi toda su representación en Catalunya, desapareciendo en la Comunidad de Madrid. La dependencia de la marca estatal por parte de un partido con un débil grado de institucionalización local se suma a la ambición del socio mayoritario de “recuperar” el voto a través de la creación de un relato que sirva de argumento retrospectivo en las siguientes elecciones: victimas y verdugos.

Tener un proyecto compartido ayuda, aunque no es condición suficiente para que los gobiernos de coalición sobrevivan a las crisis , siempre es interesante. No sólo por la eficacia y eficiencia en el ejercicio de gobierno sino por lo que supone de información para la ciudadanía a la hora de atribuir responsabilidades. Construir un relato en los ejes socio/adversario parece ser el objetivo y el condicionante principal que los gobiernos de coalición tienen ( en mi opinión, por la ausencia de algo sustancial: políticas públicas compartidas) para sobrevivir en un contexto electoral fracturado y poco estable, “gracias” a esas tácticas hegemónicas tan poco respetuosas con la premisa básica de una democracia plural: el dialogo y el acuerdo,

Los gobiernos de coalición estarán malditos, si desde el minuto uno la táctica es deteriorar al adversario de forma tácita o explícita sin atender a las prioridades y necesidades de la ciudadanía. La pluralidad política ha venido para quedarse y, o se asume, o los perjudicados siempre serán los mismos: la gente.

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