Pascual Andrés Tévar nos envía este texto

Es de humanos estar llenos de dudas e incertidumbres, y más en estos tiempos de la primavera
de 2022, cuando nos autorizan a salir de la obligación de la mascarilla, y nos responsabilizan de
forma individual de su uso. Es como si te dijeran, que puedes circular por una carretera llena de
peligros, pero que no te informan donde y cuando que te los vas a encontrar, y te lo dejan a libre
albedrío y responsabilidad, y sentido común, que seas capaz de conseguir.
Es entonces cuando se abre un camino infinito, para intentar descubrir, donde están las luces y
las sombras, desde ahora en adelante.
Es caminar entre sombras y luces, cuando después de más de dos años de pandemia, tienes que
volver a aprender a descubrir el rostro limpio de los demás, y saber de nuevo, a revivir las
sensaciones y los mensajes que solo una mirada puede expresar.
Es caminar entre sombras y luces, cuando paseas por nuestras hermosas calles y rutas,
sanvicenteras, y adivinas miradas abiertas, reservadas, preocupadas y dicharaseras, y sin querer
te conviertes en un detective, para percibir sus mensajes invisibles.
Es caminar entre sombras y luces, cuando estás en casa, y no te excusas en estar con los tuyos,
y te atreves a abrir la puerta, a cualquier visita, sobrepasando las dudas, y queriendo
comunicarte con las caras descubiertas, y las miradas abiertas, en todas sus dimensiones y
sensaciones de intentar la vuelta a la normalidad.
Es caminar entre sombras y luces, cuando acudes a tu restaurante y bar amigo, y te sientas,
tranquilo, dejando de lado la dichosa mascarilla, como si no hubiera existido nunca, y hablas, y
ríes, y te comunicas, a tu manera, que por cierto, habías casi olvidado. Pero, como si no hubiera
pasado el tiempo, la recuperas, con una sensación increíblemente fuerte, que te hace sentir que
todo te sabe mejor.
Es caminar entre sombras y luces, cuando acudes al trabajo, y sabes que las distancias no existen,
que las miradas son ciertas, y que el trabajo se hace más completo, porque a veces las palabras
no son necesarias, si la mirada está en todas sus dimensiones. Es como si hubiéramos
redescubierto otra forma de trabajar sin palabras.
Es caminar entre sombras y luces, cuando acudes a la Peña, y ya no existen las dudas insidiosas
de mascarillas puestas, o encima de la mesa, o del bolsillo. Y te apasionas, y gritas, y vives el
partido, con la sensación de que no te saltas ninguna regla o protocolo, y hasta puedes abrazar
al colega por el disfrute de un gol, de una jugada, o de una noche mágica.
Es caminar entre sombras y luces, cuando no existiendo el cortapisas de la mascarilla, tienes
mejor los sentidos y las emociones abiertas, y quieres expresar tus emociones, y piensas y
sientes y te invade el sufrimiento por la guerra de Ucrania. Y te rebelas, y quieres y sientes, con
todas las fuerzas de tu corazón, que se encuentre el camino definitivo de construir la PAZ, en
todas las dimensiones.
Es caminar entre luces y sombras, volver a los viajes, y pensar en redescubrir paisajes, que
parece se habían quedado enjaulados en nuestros pensamientos, y en los medios de
comunicación, como si nos permitirá estar dentro de esas ciudades, de esa naturaleza, de esas
rutas infinitas, de esos monumentos, de esos museos, de esos estadios, etc., por descubrir o
redescubrir.Así que, en este caminar entre luces y sombras, atisbo, que se empieza a percibir que estamos
comenzando otra forma de vivir y compartir. Que las luces poco a poco, van dominando a las
sombras, y que no podemos ser complacientes. Y que tenemos que poner en marcha, cada uno
y cada una, a su manera, el combate y el trabajo diario de inconformismo, para que nos de la
motivación necesaria, para que la vida de cada día tenga sentido. Y nos empuje con ilusión, y
con fe, y con coraje, bajo la increíble luz mediterránea.