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La moda del “sexting” y sus consecuencias: la “sextorsión”

Serafín Serrano, Criminólogo

Definimos “sexting” como el envío, a través del teléfono móvil u otro dispositivo con cámara, de fotografías o vídeos de connotación sexual producidos por uno mismo. Una actividad tan extendida como peligrosa ya que, una vez enviados, perdemos su control pudiendo ser utilizados de forma perjudicial por terceras personas.

Una de las consecuencias más dañinas de esta arriesgada, y cada vez más extendida tendencia social, es la “sextorsión” entendida como el chantaje que realiza un ciberdelincuente a su víctima para que ejecute una determinada acción o entregue una cantidad de dinero bajo la amenaza de publicar imágenes íntimas que tiene de ella.

Durante el pasado mes de agosto ha sido identificada una campaña de correos electrónicos fraudulentos que buscaban extorsionar a usuarios exigiéndoles un pago en “criptomonedas” a cambio de no difundir unas supuestas grabaciones íntimas.

En este correo el ciberdelincuente informa a la víctima que su dispositivo ha sido infectado con un “software espía”, indetectable para los antivirus, introducido en su dispositivo al visitar una web de contenido sexual. Indica que dicho software ha capturado vídeos y fotografías íntimos y amenaza con difundir este material entre los contactos del destinatario a menos que realice un pago en criptomonedas en el plazo máximo de 48 horas. Este escaso tiempo pretende evitar el análisis de la situación, forzando que actúe rápido y sin pensar por el miedo a esa comprometida difusión. 

Por muy contundentes que parezcan sus afirmaciones el ciberdelincuente no ha accedido a nuestro ordenador ni posee realmente las amenazantes imágenes. Pero juega con un amplio cálculo de probabilidades por ese “sentimiento de culpabilidad” debido a la extendida práctica del “sexting”, el habitual almacenamiento de este sensible contenido y al multitudinario turismo virtual por páginas de contenido sexual. 

Este intento de engaño puede afectar a cualquier persona. El mensaje tipo “spam” es lanzado al azar y muy probablemente nuestra dirección “email” se encuentre entre las numerosas bases de datos ilícitas que pululan por internet. Así que tampoco contestemos el correo recibido porque descubrirán que la cuenta está activa y será utilizada en futuros fraudes. Eliminemos, sin más, el correo recibido. Y no paguemos al extorsionador (en ningún caso).

Si hemos terminado cediendo al chantaje y realizado el pago en criptomonedas es conveniente recopilar todas las evidencias posibles del fraude para unir a la denuncia.

Recordemos que el “sexting” puede ser tan excitante como peligroso. Una vez fuera de nuestros dispositivos perdemos el control de estas imágenes y del uso que pudiera hacerse de ellas. Y si visitamos frecuentemente páginas de contenido pornográfico siempre podemos tapar la cámara de nuestro dispositivo… por si acaso!.

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