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San Vicente del Raspeig

LA JUBILACIÓN, CAPITULO DEL PLANTEAMIENTO SENSATO

Pascual Andrés Tévar

Como os hablaba en mi artículo anterior, de inicio en el mundo de la jubilación, esto es, un tema
muy complejo, y como no tenía ni puñetera idea, el paso de los días, me va, poco a poco,
poniendo en mi sitio, o en el sitio, mejor dicho.
Lo primero, y ya me lo habían advertido, otros buenos colegas, con años de experiencia en este
tema, es que, es imprescindible, hacer una análisis minucioso, de esta otra forma de vivir la vida.
Y teniendo, meridianamente claro, cuáles son tus posibilidades físicas, y sobre todo, tus
posibilidades mentales. Y por otra parte, como organizar el inmenso tiempo, que tienes por
delante cada día.
El primer problema, es que no tengo ni puñetera idea, de cómo organizar mi tiempo, fuera del
mundo de una jornada de trabajo interminable, a la que estaba acostumbrado, y en
consecuencia, es un mundo inexplorado, y totalmente desconocido. Y en el que me estoy llevan
las primeras frustraciones. Y menos mal, que aunque no tengo que trabajar, sigo en contacto
con el despacho, para dar mis opiniones y consejos, al nuevo equipo, pero a través de mis
conversaciones telefónicas, la desconexión se va realizando poco a poco. Es decir, voy
desconectando la mente lentamente, porque a mi pesar, no soy un asesor, soy un jubilado, en
todas sus consecuencias.
Entonces, como me aconsejado, otros colegas jubilados, es imprescindible, yo diría vital,
detenerme a pensar, seria y concienzudamente, en establecer un plan de vida, pensando en lo
mental y en lo físico, y aceptando de donde partimos, y alejando las fantasías y otras entelequias.
En lo físico, la primera y seria consecuencia, diría coloquialmente, a primera bofetada, es decir
la primera y seria consecuencia. Porque irme a caminar, a las 11:42 horas, con unos 24 grados,
con el sol castigador, por las rotondas de la carretera de San Vicente del Raspeig en dirección de
San Juan de Alicante, y cuando me di cuenta llevaba más de una hora, pero sin ser consciente
que tenía que volver. Encima con ropa normal, menos mal que con las buenas zapatillas de
deporte que siempre llevo. Y el calvario se puso en marcha en el regreso, casa andando mal,
pensaba que no llegaba, y no quería parar, porque hubiera sido peor. A punto de pedir ayuda,
físicamente al límite, porque las piernas ya no respondían. Y menos mal, que llegué al
restaurante amigo de Miguel Angel, Miguel II, cerca del Parque Lo Torrent, y pude, empezar a
ser persona. Esta intensa paliza, me ha demostrado, que no me está permitido realizar esfuerzos
innecesarios, y tengo que entender, cuáles son mis limitaciones. Y menos mal, que he podido
acudir a la cita programada, con el amigo fisioterapeuta, Emilio, que me ha resucitado, y me ha
dado una lección definitiva.
En consecuencia, no puedo ni debo, hacer esfuerzos innecesarios. Y es necesario, saber mis
limitaciones, hasta en los detalles más insignificantes. Es decir, no se trata solo de organizar el
tiempo, sino cómo vas a tener la motivación necesaria, para realizar lo que te propongas, y al
mismo tiempo tener las dosis de ilusión, para seguir adelante cada jornada, cada amanecer.
Ante toda esta avalancha, de lecciones por aprender e interiorizar, y las decisiones a debatir
conmigo mismo, y a tomar, son imprescindible las buenas dosis de paciencia, para no agobiarse.
Es decir caminar por la vida, sin prisas, pero sin pausas. Y al mismo tiempo, ponerse metas, a
corto y medio plazo, asequibles, que a mi manera, pueda ir dosificando cada día, con objetivos
flexibles, inundando de excusas razonables, que los alarguen, y que al fin y al cabo, los objetivos
existen, pero su terminación no tiene una fecha exacta. Eso sí, la intención es conseguirlos. Y
con las buenas dosis de justificaciones, que los alarguen en el tiempo, que ponen excusas que te quitan la presión, y otras historias, para disfrutar , a mi manera, de la vida, y otras historias
que le dan sentido.
Así que, voy a pensar, intentando estar relajado, por descubrir cómo voy a organizar mi vida de
jubilado, porque tomar una cerveza fresca, cuando quiera , ya me parece un placer infinito, y si
es con amigos, ni te cuento.
En consecuencia, empiezo a pensar y a sentir, que dentro de este plan de vida de JUBILADO, no
está permitido el estrés, ni los sufrimientos, ni las ansiedades, porque esos temas, vienen
siempre, sin necesidad de buscarlos. Y sí, valorar, como un tesoro infinito, el sosiego, la
serenidad, y el disfrute de cada minuto de tu tiempo, con tus aficiones y pasiones, con los
amigos, con la compañera de tu vida, con la familia, y con quien te dé la gana, eso sí, bajo el
ánimo y la ilusión de nuestra infinita luz mediterránea.

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