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Hay palabras que, pese a su complejidad aparente, reflejan con claridad una realidad. Una de éstas es la de “sesgo de retrospección”, también conocido como el fenómeno de “lo sabia desde el primer momento”.

            Este tipo de sesgos ( como actitud parcial) tiene el poder de construir determinados imaginarios sobre hechos ya sucedidos, modificando creencias ,”a posteriori” ,cuando ya se conoce una realidad o un resultado. Podría resumirse en “eso ya lo sabía yo”.

            Como podemos observar a través de la red de medios de información y comunicación, ese sesgo retrospectivo está implícito en el discurso de aquellos dirigentes políticos que utilizan esa “certeza” para criticar e incluso para crear un relato contrapuesto incluso a la realidad. ¿El objetivo?. Sacar rédito político. Pero las consecuencias para una sociedad fraccionada e irremediablemente y extremadamente polarizada son nefastas, no para el futuro, sino para la estabilidad presente, no sólo de nuestro sistema político, sino incluso de la estabilidad emocional de las personas que sufren las consecuencias de un problema de tanta gravedad como es una pandemia global.

            Uno el concepto de sesgo retrospectivo al de polarización política y social de forma intencionada, porque como decía, la utilización intencionada de esa estrategia, incide en la confrontación política y en la radicalización de la sociedad.

            Como decía, la ciencia política ha estudiado éste fenómeno de polarización, siendo el politólogo italiano G.Sartori quien más ha profundizado en éste. Y siguiendo sus planteamientos, es interesante ver como la aparición de partidos extremistas ha llevado a la política y a la sociedad a una dinámica centrífuga donde, no ya el acuerdo, sino el simple diálogo razonable y razonado es cada día más complicado dada la radicalización ideológica ( sí, ideológica) instalada en la sociedad.

            En el marco de esta radicalización social, el discurso se centra en la deslegitimación del gobierno utilizando, en el marco de ésta crisis sanitaria, ese sesgo retrospectivo como argumento político. Y las personas que se sienten atraídas por ese discurso que plantea de forma tácita que nuestro sistema no es democrático, que está usurpado por unas élites excluyentes y que los que nos gobiernan lo hacen desde la ilegitimidad, repiten y reproducen supuestos argumentos que, multiplicado por el efecto altavoz de las redes sociales, se difunde y expande sin control, algo que amenaza ( como decía) no solo nuestro presente como comunidad, sino nuestro futuro como sociedad.

            Los de un extremo señalan a los del otro, abundando en la confrontación centrífuga e irreconciliable.  Pero, cuando unos han decidido reconducir en parte su estrategia y evolucionar hacia un papel institucional; de utilidad para nuestro sistema político, los del otro extremo siguen desatados. Me refiero a Podemos, como partido que ha evolucionado y modulado su actuación y en gran parte su discurso debido a las responsabilidades de gobierno y a Vox, partido que sigue “desatado” en su discurso apocalíptico, acompañado por el papel que están jugando determinados medios de comunicación al servicio de la involución en nombre de la libertad de expresión.

            Tengo que recordar que el papel de Podemos sigue un camino similar al del PCE en la transición. Nadie puede recriminar al Partido Comunista su talante de acuerdo y su voluntad de consenso: las renuncias que se hicieron lo convirtieron en un partido beneficioso para la convivencia constitucional. Pero parece que la extrema derecha populista, anclada en un discurso radical no parece que tenga ninguna voluntad de ceder ni un ápice, algo que concuerda con su carácter antisistema. Pero lo más preocupante es que algunos y algunas dirigentes (no todos, es cierto, porque ahí está por ejemplo el Alcalde de Madrid ) de esa derecha que ha gobernado y gobierna ( comunidades y Ayuntamientos), se alíen con esos discursos en vez de excluirlos, haciéndoles cómplices de los extremistas de los populistas de derecha.

            La conclusión es compleja, pues cualquier reflexión se enfrenta a la “despiadada” crítica e incluso a la acusación directa ( antipatriota, sociocomunista…). Veremos como sale la sociedad española de la actual situación y hasta qué punto somos capaces de reconstruir lazos de convivencia.

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