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La angustia existencial o el desafío de la vida

Pascual Andrés Tévar nos envía un nuevo artículo:

Últimamente, cada vez que he salido a correr y caminar, antes del estado de alarma, en las tempranas y nocturnas y amanecientes mañanas de los domingos, me invade el sentimiento del ser o no ser de la vida. Es como en esa salida de la noche desafiando el día, en el frío y cambiante invierno, sintiera por dentro el vértigo de salir, y al mismo tiempo el miedo inexplicable y atormentado, de no sé si volveré.

Es tal vez, el debate interno y agitado, en el que nos movemos cada día, y en esas dos horas y pico, corro, camino, corro, y camino, y al mismo tiempo voy intensamente debatiendo conmigo mismo, y emocionalmente dándome argumentos del ser o no ser, y fuerza interior para intentar seguir el camino, y llegar a casa, donde el cansancio físico es lo de menos.

Los años van inexorablemente pasando, y voy caminando sin prisas hacia los 70, y sin querer, cada madrugada de los domingos, mientas corro y camino, y vuelta a caminar, porque las limitaciones físicas están asumidas, tengo el intenso debate de la vida y la muerte, y la muerte y la vida. Y al final, pienso y siento, que para quererse a uno mismo, hay que aprender a querer de verdad, antes, a los demás. Y les deseo, y les traslado con la mente, a cuantos me cruzo en el camino, al que correr más y mejor que yo, al ciclista solitario y en grupo y conversación animada, al paseante o paseanta, animado en su marcha solitaria. Y salgo de mi debate existencial, y pienso que la vida se construye con debates, con dudas, con miedos, con egoísmos, y con superarse cada día para seguir con fe el camino.

Cuando llego a casa, después de las nueve y pico, habiendo pasado de la noche a la mañana reluciente, me reciclo, miro el móvil, veo el mensaje constante de mi hija, y pienso que estoy vivo de verdad, y que un día más he superado el reto del miedo a la muerte, y que merece la pena, seguir combatiendo el desafío de vivir, añadiendo al cóctel, misterio, pasión, y la ilusión en todos los frentes abiertos, conocidos o por conocer. Y miro a mi compañera de la vida, como la princesa del cuento, y redescubriendo, cada mañana, ser partícipe a su lado , de la vida , y todos los convulsos y agitados capítulos que hemos vivido , y, superado, juntos. Y los que nos tocan por descubrir, y, compartir con pasión. Y venzo el miedo, al dolor y sufrimiento, en la mirada, y en los gritos del corazón silencioso y agitado. Y me siento fuerte, porque sigo a su vera, y lo demás lo vamos descubriendo, y coloreando día a día, juntos.

Tal vez, no soy consciente, en la soledad de mi debate existencial, que tengo argumentos para sobreponerme a las dudas, sin pasar por el angustioso trance conmigo mismo. Pero, siempre, de una u otra forma, encuentro la luz , que inunda mi pensamiento, que me hace redescubrir, que tengo una compañera , que me hace sentir la pasión desde hace más de 45 años , de tener dos hijos , que me han dado fuerzas y razones para la ilusión de vencer todos los desafíos. De tener amigos, del alma, en el trabajo, en la peña, y en la vida, que dan todos los motivos, humanos y divinos, para existir, para luchar por la vida, para superarse, y lo que es más decisivo, para reinventarse, en la ilusión de cada amanecer.

Lo que me devuelve las buenas sensaciones, y la alegría de vivir, diariamente, en trabajar codo con codo con el amigo de alma, desde hace más de cuarenta y dos años, y compartiéndolo con las amigas y amigo compañeros de un buen equipo. Y los fines de semana, los almuerzos con los amigos delante y detrás detrás de la barra de mi bares preferidos. Y las vivencias con mis amigos del alma en la Peña, mezclando pasión, sufrimiento y éxtasis, de sueños sufridos, luchados, cumplidos una veces y quedan en nuestros corazones y memoria, y siempre, desafiados en cada instante.

Así que, y esta es mi humilde y serena reflexión, es necesario, es vital, estar siempre alerta ante los miedos, las dudas, y los debates y sufrimientos, que asaltan nuestra existencia cada día. Y pensar , y reflexionar, que si tenemos valores, en los que creemos de verdad, y los compartimos en libertad y solidaridad, y sabemos aferrarnos , y luchar por ellos, para sacarlos a la luz, llegaremos, o por lo menos , intentaremos, y eso ya es un aliciente, a descubrir y redescubrir, la ilusión de vivir, bajo la increíble luz mediterránea.

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