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¿MÁS FUERTES?

José Enrique Bernabeu Pérez nos envía este artículo

Sin duda, son muchas las intervenciones de nuestro Presidente que forman y formarán parte de las fonotecas y hemerotecas de este País. Fonotecas y hemerotecas donde todo aquel interesado en ello podrá descubrir, entre otras perlas, que vencimos al virus, controlamos la pandemia y doblegamos  la curva.  Que él es persona cumplidora de su palabra  y postulante a ser recordado por su lucha contra la pandemia y su apuesta por la transición ecológica y la digitalización. Todo ello sin olvidar su vaticinio de que saldríamos más fuertes tras  la pesadilla que, en forma de pandemia, vivimos por más de año y medio.

No obstante, es difícil hablar de fortaleza cuando quien le lanza un pulso al Estado en la mayor crisis institucional desde el Tejerazo, se ve premiado con el indulto en contra del tribunal sancionador que exige los informes que justifican tal medida,  y en contra de la mayoría ciudadana. Mayoría de las que se descuelgan, además de independentistas, empresarios y sindicatos pendientes ambos del reparto de los fondos europeos, así como la Conferencia Episcopal que se vio obligada a rectificar  el discurso de perdón y misericordia de alguno de sus miembros, tras haber olvidado que para obtener ambos se precisa arrepentimiento. Un arrepentimiento lejos de la voluntad de los secesionistas condenados que, envalentonados y agasajados a su salida de prisión, hablan de volverlo a hacer, de la debilidad del Estado y de condicionar su apoyo al Gobierno de la Gracia. Gobierno que genuflexo y en su utópico deseo de normalizar  la relación con quienes solo hablan de referéndum, de independencia y de amnistía, ya que el indulto se les queda corto, se sentará en la mesa por ellos exigida.

Resulta difícil hablar de fortaleza cuando quienes llegaron al Gobierno a lomos de la regeneración se dedican a cuestionar  la Justicia y sus decisiones. Cuando  hablan de poco sentido de Estado y de elucubraciones ante resoluciones que chocan con sus decisiones encaminadas a favorecer la felonía, mientras se castiga la lealtad. Cuando califican  de piedras la decisión del tribunal de cuentas de exigir responsabilidades, una de sus misiones, a quienes se dedicaron a la malversación de fondos públicos y que se aprestan a repetir. Cuando  utilizan  el ataque personal a alguno de sus miembros por su pasado político, mientras se olvida el nombramiento de la actual fiscal del Estado. Y cuando ignoran al CGPJ creando una Fiscalía de Memoria Democrática. Ejemplos todos ellos que forman parte de ese intento de asalto a una  Justicia que se niega a ser colonizada, y que es seguido con recelo desde Bruselas. El mismo recelo con el que se sigue el caso de la dudosa entrega, cautelarmente frenada por la Justicia, de 53 millones a la compañía PLUS ULTRA por un Gobierno precisado de los ansiados fondos europeos.  

Resulta difícil hablar de fortaleza cuando un Gobierno manifiestamente adicto a los decretos, huye de la transparencia y se presenta remiso a la hora de legislar una ley de pandemia largamente reclamada por las Autonomías que se ven faltas de recursos jurídicos para actuar en su contención. Mientras que, de forma diligente, fuerza la aprobación de leyes como la de educación, aborto, eutanasia,  libertad sexual y memoria democrática. Leyes preñadas de ideología y para las que no se ha buscado consenso alguno con aquellas partes interesadas y afectadas. Leyes que llevan al desencuentro y a la división.

Resulta difícil hablar de Fortaleza cuando se nos habla de la reforma de la ley de Seguridad Nacional y la existencia, según medios de comunicación, de un anteproyecto en manos gubernamentales mediante el cual, ahora sí, se podrá regular los deberes de los ciudadanos en los casos de riesgo, catástrofe o calamidad pública, así como la posibilidad de requisar temporalmente sus bienes en función de la crisis. Tan solo haría falta para ello la declaración de situación de interés nacional. Declaración que correspondería al Presidente saltándose así la aprobación del Congreso. Lo cual, conociendo al personaje, resulta hartamente peligroso y posiblemente inconstitucional.

Resulta difícil hablar de Fortaleza, cuando se comprueba el poco peso que España tiene en los organismos internacionales. Cuando se ve al Presidente de España mendigando segundos a su homónimo Estadounidense. Cuando éste y nadie de su Gobierno recibe al Sr. Sánchez en su periplo por la Nación Americana cuyos posibles inversores desconfían de la falta de garantías jurídicas, de una gestión de la pandemia bastante mejorable, así como de aventuras secesionistas y subida de impuestos. Subida avalada por el ala más radical del Gobierno Sanchista que en sus ratos libres se encarga de demonizar la inversión y el beneficio. Y no se puede hablar de fortaleza cuando nuestro vecino del Sur, que viendo reforzada su relación con el Tio Sam y afectado por gestos y comentarios de nuestro Ejecutivo, se dedica a  mirar hacia otro lado ante el grave problema de la migración hacia nuestro País. Problema que una nefasta gestión diplomática no ha sido capaz de resolver.

Hoy la fortaleza, dicen, se traslada al nuevo Gobierno. Un Gobierno rejuvenecido y capacitado para resolver los nuevos retos que se nos avecinan. Así se nos vende. Mas el ciudadano que quisiera equivocarse, no vislumbra más competencia en los nuevos Ministros, ni deposita muchas esperanzas en el nuevo Gabinete donde permanecen personajes que han dilapidado el prestigio que otrora tuvieron. Donde permanecen los miembros de Podemos que no se han visto afectados por la remodelación a pesar de lo méritos acumulados para su destitución. Lo que indica que el cargo del   Sr. Sánchez sigue en manos de éstos. Un ególatra y caínita Sr. Sánchez que  solo vela por su imagen e intereses y que para ello, no tiene reparo alguno en prescindir de los que ayer eran sus más fervientes seguidores capaces de comerse cuantos marrones fueran necesarios, salir al paso de sus mentiras e incumplimientos o tirarse por un barranco.

Mientras, el ciudadano, ese ciudadano inmerso en la más grave crisis sanitaria, económica y social que recuerda, que integra las colas del paro y del hambre, que se ha visto obligado a cerrar el negocio familar, que agobiado por las perdidas se resiste a la liquidación de su empresa,  que espera las  anunciadas ayudas que nunca llegan, que sufre la subida de la luz, del gas, del combustible…. y que está harto de promesas incumplidas, de mentiras, de populismo, de ideología inclusiva, de palabras huecas,  de arribistas  y de pésima gestión… es ese ciudadano invitado a la nueva “MATRIA” que al terminar el día se pregunta,  ¿en verdad hoy soy más fuerte.?  

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