La literatura sirve para entretener, y es la voz de los intelectuales. Intentar acallarla es tan cruel como improductivo, pero por mucho que nos sorprenda, en pleno siglo XXI todavía hay países en los que se prohíbe la edición y distribución de libros.

Eso es precisamente lo que le ocurre al literato, periodista, político, ensayista y abogado nicaragüense Sergio Ramírez, premio Cervantes, perseguido y exiliado de su país natal, que ayer cautivó al público campellero durante la presentación de su novela “Tongolele no sabía bailar”, en la que ofreció la parte más íntima de su pensamiento. Entre ese público se encontraba el alcalde Juanjo Berenguer y la concejala de Cultura Dorian Gomis (PP), y decenas de personas convocadas por el Club de la Lectura que dirige Conchi Agüero.

Su obra ha sido traducida a más de 20 idiomas, y en 2017 fue el primer centroamericano en ganar el Premio Cervantes.

“La cultura es una herramienta de libertad, y yo desde pequeño tengo el vicio de leer, más que la afición”, dijo a un público que llenaba la sala Ramón Llull de la Biblioteca Municipal. “La lectura está unida a la curiosidad que el escritor tiene por la palabra impresa. Yo leo hasta los anuncios clasificados de los periódicos, porque de ellos puede surgir una idea para un libro”.

El acto arrancó con una corta intervención de Dorian Gomis, que presentó al escritor y alabó su creatividad. “No se me ocurre mejor manera de demostrarle nuestro apoyo que asistir a este acto. Nuestra presencia apoya sus palabras, y espero que sienta cercano nuestro respaldo”, señaló la concejala.