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El Campello LOCAL

El Campello indolente

Eduardo Seva

Opinión

En el mes de diciembre cumpliré 37 años como vecino de El Campello y todavía me estoy preguntando cuántos años hace falta pisotear sus calles para que el resto de vecinos te considere su igual en todos los sentidos. No es una singularidad, hay muchísimos pueblos en los que la endogamia es su mal principal y miran al foráneo con algo de desprecio, como que les molesta que respiren el mismo aire. Pero en el caso de una población abierta al mar Mediterráneo y con ambiciones supuestamente comparables a las que tuvo Marbella o Benidorm, estas conductas resultan cómicas. Pero se dan, persisten en el tiempo. Y esta forma de ser genera un maniqueísmo, incomprensible en esta parte del siglo XXI, que conduce a otras muchas derivadas que pueden dar explicación, como principio de causalidad, a la semiparálisis del municipio.

Este corto período de tiempo de 4 años ha concentrado fenómenos y hechos no muy corrientes, como han sido la pandemia de COVID-19 y un año de contienda bélica en territorio ucranio, hechos que afectan áreas sociales, contando las económicas, y que introducen variables no previstas en el polinomio de la estabilidad. Pero, al igual que los momentos de crisis son caldo de cultivo para enriquecer a empresarios desaprensivos, también pueden servir para dar un buen meneo a la política municipal, anquilosada desde tiempos que desafían a la memoria.

Al contrario. La formación política que ganó en las elecciones de 2019 formó un gobierno contra natura con la clara intención de pasar de puntillas por estos cuatro años, balanceándose en la monotonía administrativa y con muy pocas luces en la innovación o, al menos, en copiar las iniciativas de los vecinos más próximos. Ejemplos hay muchos: desde la conservación y restauración de la Torre de Rejas hasta la puesta a punto de la piscina, la calle san Ramón, el parking dels Furs, el alcantarillado…., ya digo, sería una lista vergonzante. Pero para este gobierno no lo es porque está instalado en la comodidad que proporciona ese convencimiento de lo dual, de la idea maniquea de lo nuestro y lo de los demás, “del círculo de confianza” (que decía Robert de Niro en aquella película como padre de la novia) y del resto. Y cito este gobierno como podría citar los tres anteriores, da igual. Todos ellos se basan en ese círculo de confianza; y el resto, somos transeúntes, solamente eso, transeúntes que no sabemos de qué va la vaina y cuya opinión y comentario no puede tener el mismo valor. Toda la información se encierra en el círculo de confianza y el CORE del pueblo confía en el círculo. Ha confiado, confía y confiará.

Hay mucha probabilidad de que en las próximas elecciones, El Campello absuelva, indulte, exima de todo tipo de culpa al gobierno de la pandemia y en el fondo piense que, total, así estamos mejor, que si no cambiamos no pasa nada. Esta suerte de indolencia que sufre el vecino de este pueblo es como un puñado de arena en el funcionamiento de un engranaje, hace que todo cruja, chirríe y se aleje de la suavidad y el coraje con la que el resto de los pueblos enfrenta el futuro más próximo. Acabo esta legislatura con un profundo sentimiento de fraude hacia los vecinos. No he podido inculcar la idea de que la política es la ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades, como dice el diccionario de Oxford. En estos tiempos (yo diría que siempre, pero más ahora), la información es la herramienta más importante en la toma de decisiones y la información de cuanto afecta al municipio no ha salido durante estos cuatro años de los cajones de un despacho. Lo ideal hubiera sido que la información fuese la mesa sobre la que debatir, discutir, tratar los objetivos a corto plazo del municipio y sus gentes; pero no ha sido así. Ojalá en este futuro que se aproxima tengamos mejor suerte pero me temo que la indolencia lo empapa todo.

1 COMENTARIO

  1. Buenos días a todos.
    Cuando ayer leí el testimonio de Eduardo Seva, me sentí totalmente identificada y también mi familia.
    Es un discurso que sentimos prácticamente desde la primera semana que fuimos propietarios de una vivienda en este municipio.
    Hace ya 13 años.
    Incrédulos por el comportamiento de vecinos que de forma jocosa según llegabas te decían que cuando te volvías a tu casa…
    Olvidandándose de que tú tenías tú casa allí.

    La sensación real de que sólo estabas y estás para pagar en el sentido más literal.

    No podías participar en fiestas varias , actividades etc que se realizaban en el municipio por falta de publicidad, ubicación lejos de las zonas de tránsito, fuera de las fechas estivales de la gran mayoría…

    Parece ser que intencionada para que los» turistas» no pudieran participar de ellas.

    En fin sería numerosos e interminable relatar todo lo que perfectamente ha explicado Eduardo Seva con el que muchos de nosotros nos sentimos muy identificados.
    Te agradezco enormemente que de forma pública hayas dado este paso de exponer de forma coherente lo que muchos sentimos.

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