Somos L'Alacantí

El nuevo periódico de la comarca

COMERCIO DE SAN VICENTE

San Vicente del Raspeig

CUANDO HACÍAMOS LA MILI

Pascual Andrés Tévar nos hace llegar este artículo

Ahora en este enero de 2023 con tantas noticias, y preguntas infinitas sin respuesta de la guerra
en UCRANIA, me vienen a la memoria los recuerdos, y las historias interminables de cuando
hacíamos la MILI.
Aunque muchos en aquellos años de 1973, y ahora, lo consideraban y consideran un tiempo
perdido, que interrumpían por imperativo legal, nuestras jóvenes e inexpertas vidas. Por mi
parte, y creo que por una buena parte más de los colegas con los que la compartí, lo
considerábamos como una intensa, y dura en buena parte de la misma, aventura. Que nos
incrustaba mental y físicamente, donde está el orden, la organización, y por encima de todo la
disciplina sin discusión posible. Y que alguna forma, se metía en nuestros ADN, para que formara
parte indispensable de nuestras vidas.
Llegué tarde a la MILI, con 23 años, por las sucesivas prórrogas de los estudios. Así que, tanto
en el cuartel militar de RABASA en Alicante, donde hice la instrucción hasta la Jura de Bandera,
como el cuartel de ESPAÑA 18 en Cartagena, era como uno de los veteranos de la Compañía. Y
tanto en una como en la otra, creía que me adaptaba, para intentar convivir, en esa etapa de mi
vida. Es lo que pensaba en el campamento de RABASA.
Pero la situación cambió radicalmente cuando llegué al cuartel de ESPAÑA 18 en Cartagena. La
compañía a la que me había enviado tenía unos 18 soldados, con sus distintos niveles, de
novatos, padres y abuelos. Y el primer mensaje que me llegó, de los cabos y soldados de guardia,
en la entrada al cuartel es “recluta, déjate los cojones en este arco de entrada, y trata siempre
de pasar desapercibido, y nunca seas voluntario, ni para comer”. Y me lo tomé en serio. Es decir,
poner en marcha el arte de pasar desapercibido, de no complicarme la existencia, y dejar que
poco a poco, pasara mi tiempo allí.
Pero claro, no todo estaba controlado, porque el Capitán, que era legionario, y así nos lo
demostraba, con las palizas que nos pegábamos que estábamos fuertes como toros de lidia, y
se supone que preparados para intervenir. Sin embargo, las circunstancias del destino, hicieron
que se fijara en mí, y de alguna manera, me animaba a seguir la carreta militar.
Así que, llegué a Cabo Primero, y a tener la responsabilidad, en las jornadas de guardia, de tener
la Compañía, en determinados momentos, a mi mando. Menos mal, que los colegas de mi
Promoción, me apoyaban sin fisuras, con mensaje constante “mi Primero, no se preocupe lo
tenemos todo bajo control, y al que intente escaquearse le damos un escarmiento, para que
nadie le complique la vida “. Lo cual lo tenían que poner en práctica con los permisos y regresos
al Cuartel.
Como todo en la vida, me sentía un poco afortunado de ser cabo primero, por no hacer guardias,
sobre todo por las nocturnas, y le cogí el gustillo, hasta atreverme a irme uno de los días del fin
de semana, para ver a mi novia. Lo cual, era toda una inconsciencia, porque me iba con el coche
de algún colega, para estar un ratito, con la pasión desbordada, y traducida en besos y abrazos
interminables, porque no había tiempo ni lugar para más, y sin ser mínimamente consciente, del
peligro al que me exponía, tanto en la carretera, como en el castigo, si me descubrían.
Pero no contaba, que el Capitán, con sus múltiples recursos, se enteró, una las veces, y me llamó
a su despacho. Y con una sonrisa sarcástica, me dijo, que comprara papel y sobres, porque iba a
pasar mucho tiempo, sin viajar a San Vicente del Raspeig, y sobre todo, para ver mi novia. Al
final, a pesar del acojonamiento, fueron solo unas pocas semanas, porque estaban cerca las
navidades.
En esa historia de la MILI en Cartagena, entre 1973 y 1974, unos doce meses, en total 15 meses,
contando con los de RABASA, estábamos sumidos en la transición política, de la dictadura a la
democracia, que representaba el Príncipe JUAN CARLOS. Y de alguna manera, lo vivimos
intensamente en todos los sentidos, desfilando en el día de las Fuerzas Armadas ante el Príncipe,
para lo que nos preparamos como si fuéramos a una olimpiada. Y cuando estuvimos a punto de
ser desplazados, para el desafío de la Marcha Verde en Marruecos, donde estuvimos a punto de
intervenir, con todas las consecuencias, y aunque en lo físico estábamos preparados, en lo
psicológico, éramos un mar de dudas, y de miedos, y desafíos duros e inesperados.
En ese largo transcurrir de la MILI en Cartagena, tuve la oportunidad de vivir la historia de un
Cabo Primero, dictador y cruel en el trato, con su falso orgullo. Y siendo por mi parte como
Cabo Primero y responsable de mi compañía, de conducirlo a la prisión del cuartel, y ser testigo
de su degradación, como militar, y como persona.
En ese largo transcurrir de la MILI, tuve la oportunidad de hacer buenos AMIGOS, y palpar los
valores de las personas, más allá de los uniformes. Y de alguna manera, se quedaron para
siempre en mi forma de entender la vida, y la convivencia, en todos los sentidos. Luego, cada
uno siguió su camino en la vida.
En ese largo transcurrir de la MILI, tuve la oportunidad de vivir la pasión, y emociones
desbordadas, por mi Novia, que unos pocos años más tarde, se convertiría en la compañera de
mi vida. Y que seguimos, con emoción, compartiendo como el primer día, a pesar de todas las
aventuras, sufrimientos, y desafíos, que cada día, apasionados, vamos caminando juntos.
En ese largo período de la MILIA, y en sus últimos días, me atreví a decirle al Capitán, que no iba
a seguir su consejo de la carrera Militar. Y que mi destino, estaba en otros caminos por descubrir,
y a mi manera.
Así que, etapa de la vida, que es la MILI, no fue un tiempo perdido. Y me ayudó, a valorar los
valores de la disciplina, del orden, y de la preparación física. Y por otra parte, a luchar por
descubrir cuál era mi camino, para trabajar en un futuro libre, abierto, y desafiante, y todo ello,
bajo el influjo de la increíble luz mediterránea.

DEJA UNA RESPUESTA

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *